TDAH

02.05.2011 18:02

 

que los niños con TDAH son incapaces de regular su conducta. Éste défict afecta a cuatro funciones

ejecutivas básicas que son fundamentales para el control motor. Éstas son: la memoria operativa,

la interiorización del habla, el control de las emociones, la motivación y el estar despierto , y por

último la de reconstitución (capacidad de dividir en partes componentes las conductas observadas y

recombinar esas partes en forma de nuevas conductas para conseguir un fin).

Con los avances tecnológicos en la neurociencia cognitiva se nos permite en la actualidad

identificar algunas patogénesis de los trastornos psiquiátricos. La aplicación de estas tecnologías al

estudio científico del déficit de atención ha permitido sumar a las investigaciones anteriores mucho

más exploratorias y descriptivas, otras, que intentan analizar cuáles son las zonas cerebrales afectadas

que producen este trastorno. En este sentido, numerosas investigaciones han examinado las vías

bioquímicas, han estudiado con técnicas de neuroimagen y han realizado test neurofisiológicos a

niños con TDAH. Fruto de éstas investigaciones entre otros, es el descubrimiento de la implicación

de los sistemas dopaminérgicos en la consecución de los síntomas (Lou, 1996 y Castellanos, 1994),

la localización neuroanatómica del déficit en la vía lóbulo frontal-ganglios basales, cuyas estructuras

parecen estar significativamente reducidas de tamaño en los pacientes con TDAH (Castellanos,

1994), la posible existencia de alteraciones morfológicas del cuerpo calloso (Baumgardner,

1996), etc. En consononcia con estos resultados, estudios genéticos han encontrado mutaciones

en algunos genes relacionados con la dopamina (Lahoste y cols, 1996; Cook y cols, 1995) en

niños con TDAH.

Otra de las técnicas de investigación neurofisiológica aplicada actualmente al estudio del TDAH

es la que registra la actividad eléctrica cerebral a través de los potenciales cerebrales asociados a

estímulos específicos, más conocidos como

 

potenciales evocados cognitivos o de larga latencia,

trazados electroencefalográficos convencionales, ya que se encuentran mezclados con la actividad

cerebral normal. Por tanto, para su registro se precisan técnicas de promediación de la señal que nos

permitan separar la respuesta buscada del “ruido”.

Psicología de la atención. Madrid: Síntesis Psicología.por déficit de atención con hiperactividad y potenciales evocados cognitivos.., 41,595-611.Klorman, K. (1991). Cognitive Event- Related Potentials in Attention Deficit Disorder. Journal, 24, 130-140.Lahoste,G.J.; Swanson, J.M. Wigal, S.B.; Glabe, C.; Wigal, T.; King, N. Y Kennedy, J.L. (1996). Molecular Psychiatry, 1, 121-124.Lou, H.C. (1996). Etiology and pathogenesis of attention –deficit hyperactivity disorderActa,85, 1266-1271.Navarro, J. F. (1998). Correlatos biológicos del trastorno por déficit de atención con hiperactividad., Vol.6, No 2, 325-347.Robaey P.; Breton F.; Dugas M.; Renault, B. (1992): An event-related potential study of controlled, 82, 330-340.Robert J.; Strandburg, J.; Marsh,Y.; Warren S.; Asarnow, R.; Higa, J.; Harper,R.; Guthrie, D.Biological Psychiatry, 40, 964-980.Satterfield, J.; Schell, A.; Nicholas,T.; Breena T.; Freese, T. (1990). Ontogeny of SelectiveBiols Psychiatry, vol 28, 879-903.Satterfield, J.; Schell A.; Nicholas T. (1994): Preferential neural processing of attended stimuli inPsychophysiology, 31, 1-10.Strandburg, R.J.; Marsh, J.T.; Brown, W. S.; Asarnow, R.F. Higa, J.; Harper, R. Y Guthrie, D.Biological psychiatry, 40, 964-980.Smeyers, P. (1999). Estudios de potenciales evocados en niños con síndrome por déficit deRevista de neurología, 28 (supl.2), 173-176.Vervaten, C.C.E.; Overton, H.S.; Koelega, H.; Swaab-Barneveld, R.J., J Buiterlaar, J.; EgelandJournal of Abnormal child psichology, vol 22, No.5, 561-579.Yitzchak F.; Seiden, J. ; Napolitano, B. (1994): Event-Related Potentians to an “oddball” AuditoryClinical electroencephalography, vol 25, 136-141.Tannock, R. (1998): Attention Deficit Hyperactivity Disorder: Advances in cognitive,Journal of child Psychology and Psychiatry, 39,Taylor, M.J.; Voros, J.G.; Logan, W.J. y Malone M.A. (1993). Canges in event-related potentialsBiological, 36,139-156.World Health Organization. The ICD-10 classification of mental and behavioral diseaser: clinical

García Sevilla, J. (1997).

Jonkman, L.; Kemner CH.; Verbaten M.; Koelega H.; Camfferman G.; Gaag R.; Buitelaar J.;

 

Trastorno

Proyecto de investigación

 

11

 

Engeland H. (1997). Event Related Potentials And Performance Of Attention Déficit Hyperactivity

Disorder: Children And Normal Controls In Auditory And Visual Selective Attention Tasks.

 

Biological Psychiatry

 

n

of learning Disabilities

 

n

Dopamine D4 receptor gene polymorphism is associated with attention deficit hyperactivity

disorder

 

n

(ADHD): significance of prematurity and perinatal hypoxic-hemodynamic encelopathy.

poediatrica

 

n

 

Psicología conductual

 

n

and automatic processes in 6-8 year old boys with attention deficit hyperactivity disorder.

 

Electroencephalography and Clinical Neurophysiology

 

n

(1996): Continuos-Processing-Related Event-Related Potentials In Children With Attention

Déficit Hyperactivity Disorder.

 

n

attention effectes on event related potentials in attention deficit hyperactivity disorder and normal

boys.

 

n

attention deficit Hyperctivity disorder and normal boys.

 

n

(1996). Continuous-processing-related event-related potentials in children with attention deficit

hyperactivity disorder.

 

n

atención e Hiperactividad.

 

n

H. (1994). Methilphenidate influences on Both early and ERP waves of ADHD children in a

continuous performance test.

 

n

Paradigm in children with learning disabilities with or without attention deficit hyperactivity

disorder.

 

n

neurobiological, and Genetic Research.

65-99.

 

n

with stimulant medication in children with attention deficit hyperactivity disorder.

psychology

 

n

descriptions and diagnostic guidelines. Ginebra. WHO.(Madrid, Meditor, 1992).

El fundamento en que se basa esta técnica es el siguiente: El impulso nervioso o potencial de

acción es una onda eléctrica negativa de autopropagación que avanza a lo largo de la superficie de la

membrana de la neurona y de sus prolongaciones. Es como si la célula nerviosa fuese una diminuta

pila capaz de generar electricidad. La neurona en reposo, cuando no se encuentra trasmitiendo

mensajes, se encuentra polarizada, es decir, la parte externa de su membrana tiene una carga eléctrica

distinta de la interna y ello se debe a que los iones de sodio y potasio (los iones son partículas con

carga eléctrica) tienen distinta concentración en el interior de la membrana que fuera. Al llegar un

estímulo a la célula nerviosa o a sus prolongaciones se altera el orden de las moléculas que hay a uno

y otro lado de la membrana, ya que se hace más permeable, penetrando al interior los iones de

sodio y saliendo al exterior iones de potasio. Esto hace que la superficie interna de la membrana

celular se vuelva positiva en relación con la superficie externa. Éste cambio electrónico induce

a su vez a la alteración de la estructura molecular de la siguiente sección de la membrana, que

de esta forma también se despolariza.

Estos acontecimientos eléctricos pueden registrarse por medio de electrodos no invasivos

colocados sobre el cuero cabelludo. Los cambios en la actividad eléctrica de una región particular

pueden utilizarse para determinar si una estructura interviene en las diferentes funciones cognitivas

superiores, especialmente, la atención. Los registros se llevan a cabo en situaciones controladas y se

realizan durante la presentación de estímulos, la toma de decisiones o las actividades motoras.

Uno de los principales problemas que nos encontramos al estudiar los potenciales evocados es

su escasa amplitud (usualmente micro o nanovoltios), lo que hace que no sean observables sobre los

Algunos profesores tienen la experiencia del niño que es incapaz de estar sentado, que después de

haber dado instrucciones detalladas para toda la clase, pregunta qué es lo que hay que hacer; del niño

que difícilmente concentra su atención en las explicaciones o en el trabajo durante varios minutos

seguidos. Ese niño que, con frecuencia, hace ruidos que molestan a los alumnos de al lado; que, con

demasiada facilidad, se ve metido en jaleos o problemas tanto en sus relaciones con sus compañeros

como con los adultos. Son niños que difícilmente pueden mantener la atención en una tarea o juego y

que no tienen paciencia suficiente para esperar un acontecimiento deseado.

También muchos padres y madres tienen la experiencia del niño que jamás se está quieto, que

padece demasiados accidentes; que incluso cuando está viendo en la televisión algún programa que le

gusta, está moviendo alguna parte de su cuerpo y que obtiene malos resultados académicos.

Estos niños, en general, no pueden regular su conducta u organizar las actividades que realizan.

No manifiestan déficits intelectuales pero suelen obtener un rendimiento muy por debajo del

que cabría esperar debido a su déficit atencional. Se trata de un problema importante ya que,

en opinión de algunos autores (Barkley, 1998), al menos entre un dos y un 9,5 de la población

escolar padece problemas de este tipo.

Inicialmente este trastorno, fue estudiado desde un enfoque fundamentalmente médico, pero

con el tiempo, la investigación ha ido derivando hacia una perspectiva más psicopedagógica. Así,

fue considerada en un principio como un trastorno de tipo neurológico debido a la existencia de

una lesión cerebral, si bien las dificultades para comprobar la presencia de tal lesión llevaron a un

cambio en la consideración del trastorno. Efectivamente, en los años 50 se produce un giro en la

investigación pasándose a una concepción más funcional del síndrome. En este sentido, Clements

(1966) introdujo el concepto de Disfunción Cerebral Mínima, definiéndolo como un trastorno

de conducta y aprendizaje asociado con disfunciones del Sistema Nervioso Central en niños

con inteligencia normal y caracterizado por hiperactividad, inestabilidad emocional, déficits de

coordinación general, déficits de atención, etc. En los años 60 existió una visión más psicopedagógica

del síndrome, centrándose en el exceso de actividad. Denominándole trastorno hipercinético o

hiperactividad. Fue el enfoque conductual.

Ya en los años 70 las investigaciones se centraron en analizar el síndrome desde una perspectiva

cognitiva abandonando la búsqueda de factores orgánicos. En esta línea, Douglas (1972) defiende

que el principal déficit de los niños hiperactivos consiste en su incapacidad para mantener la atención

y su impulsividad restando importancia a la actividad excesiva ya que ésta, a diferencia de la

atención, mejora con la edad. Más tarde, el DSM-III, constatando la perspectiva iniciada por

Douglas, reemplazó el término “hiperactividad” por el de “Déficit Atencional con Hiperactividad” o

TDAH señalando como características fundamentales la falta de atención, la actividad excesiva

y la impulsividad (mirar cuadro 1), pero poniendo un énfasis especial en el déficit atencional,

tendencia que se mantiene en la última edición del DSM-IV (1994), que, además señala que

existen distintos subtipos: TDAH con predominio de déficit de atención; TDAH con predominio de

hiperactividad-impulsividad y subtipo combinado

Otros manuales diagnósticos como el CIE (OMS, 1992) en su décima versión, subrayan el exceso

de actividad motriz como característica principal por lo que en la actualidad sigue sin existir criterios

unívocos que permitan definir con exactitud los límites de este trastorno.

En la actualidad una de las teorías más relevantes que intenta explicar este trastorno es la del

déficit de inhibición comportamental o autocontrol (Barkley, 1998). Lo esencial de esta teoría es